martes, 21 de febrero de 2012

Peonza voladora de Schriever. 1950

Se dijo:

Se dijo haber avistado una peonza voladora de Shriever; tendría un diámetro de 14,40 ms. y una altura de 3,20 ms. La cúpula o cabina tiene 2 ms. de alto. Su peso sería de 3 toneladas. Estaría impulsada por tres motores TL que tienen un empuje de 900 Kgs., y otros dos motores TL con una capacidad de empuje de 2.500 Kgs. Volaría a gran altura y a extraordinara velocidad.
Se dice que fue vista en forma casi simultánea sobre Montevideo, Buenos Aires y San Lorenzo (Rosario).

La información original procede de una presunta carta dirigida al vespertino La Razón, de Buenos Aires, por un lector llama­do Wilfredo H. Arévalo quien, al parecer, seria “propietario de campos y un comercio de lanas y cueros en la zona de Lago Argen­tino”.

En su edición del jueves 13 de abril de 1950, el citado diario reprodujo a cuatro columnas, casi sin comentarios, el texto ínte­gro -pero sin fecha- de la misiva del presunto testigo, junto a un detallado croquis del artefacto, indicando en su epígrafe: “Este es el dibujo con que el señor Wilfredo Arévalo acompaña su carta cuyo texto reproducimos por considerarlo de suma importancia”.

El eminente ingeniero alemán y ex aviador de la Luftwaf­fe, R. Schriever se atribuye la autoría.
El artículo incluye un dibujo del “Flying top”, o peonza (trompo) voladora de Schriever, cuyas cualidades técnicas eran las de su ascensión vertical, así como el movimiento estático en el espacio, según el piloto.

El tema reactualiza la hipóte­sis de que, al menos determinados ovnis, sean armas secretas nazis, y sobre la denominada teoría de los enclaves secretos igualmente nazis en la Antártida. Por extensión, en la región patagónica.

“En los artículos de prensa publicados a partir de 1950 se habla esencialmente de dos tipos diferentes de discos vola­dores (…) y se afirmaba que una de tales peonzas había sido ideada por el capitán de vuelo Schriever y la otra por el inge­niero Dr. Miethe. A ambas peonzas se les atribuían unas veloci­dades indescriptibles”.

Así, parece que en abril de 1945 el trompo volador de Rudolph Schriever estaba a punto de ser ensayado, aunque antes del final de la guerra sólo se llegó a efectuar un lanza­miento de ensayo, sin llegar a un vuelo, y al mes siguiente el apa­rato fue destruido. Su inventor y constructor se pasó enton­ces a Occidente, portando todos los planos del invento.

“Rolph Schriever murió en los años 50. Entre sus papeles se encontraron -aparte de una descripción provisional de cons­trucción no fechada, aunque probablemente posterior a la ter­minación de la guerra- algunos borradores y esquemas de su artefacto volador, así como recortes de prensa sobre el tema.

“Las primeras de estas notas de prensa están fechadas el 30 de marzo y el 2 de abril de 1950. Los reporteros del Der Spiegel, habituados a dar primicias, ofrecieron la sensacional noticia sobre la peonza de Schriever tres días antes de que fuera publicada por el semanario Heim und Welt y probable­mente a partir de la misma fuente de información, ya que ambos artículos poseen un contenido bastante coincidente, habiendo podido servir de base para otros reportajes que, sin embargo, se diferenciaron de ambas notas”.

Al respecto, resulta muy significativo que si bien el caso de Wilffedo H. Arévalo, en Lago Argentino, habría ocurrido 12 días antes de que se tuvieran noticias del artefacto de Schrie­ver, en realidad, el público recién supo del testimonio del estanciero argentino el 13 de abril, es decir, exactamente dos se­manas después de conocer el proyecto de Schriever. Aunque nótese que los lectores de La Razón fueron informados de la peonza voladora alemana inmediatamente después del caso de Arévalo, 10 días más tarde, cuando la prensa extranjera ya es­taba al tanto del sensacional proyecto.

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